El martillo.
Dice la historia que un día Friedrich Nietzsche se cruzó por el camino con un cochero que azotaba con dureza a su caballo. Nietzsche se acercó al animal, lo abrazó con fuerza y le pidió perdón en nombre de la raza humana. Al llegar a casa, el filósofo cayó enfermo. Nunca volvería a escribir más.
Ya sabemos lo que le pasó a Nietzsche, pero no sabemos lo que ocurrió con el caballo...
Así empieza The Turin horse, la última película de Béla Tarr.
El asunto con Tarr es que sus películas se escapan de todos nosotros y se elevan (o se hunden) con una furia devastadora. En los festivales siempre hay películas que hablan de la familia, de las crisis emocionales, de temas que puedes relacionar de alguna manera.
Sin embargo, las películas de Tarr están alojadas en el infierno, en la oscuridad absoluta. Parecen obras realizadas por el demonio mismo. Solamente los primeros diez minutos te azotarían el espíritu de manera dolorosa. Está más allá de lo imaginado.
No es casualidad la mención de Nietzsche en la anécdota inicial: Béla Tarr es el gran martillo del cine contemporáneo.
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Las malas intenciones
Ya se estrenó la ópera prima de Rosario García-Montero. Es una buena película con un trabajo visual muy especial (el arranque de la película te captura de inmediato) y con un guión inteligente, con momentos muy ingeniosos.
Fátima Buntinx, la niña protagonista del film, es el alma dulce y terrible de la película. En sus gestos, en sus quejas, en sus ojos es donde la película reside, y lo hace bastante bien. El público la aplaudió muchísimo y le festejó cada respuesta que dio sobre el escenario. Resultaba difícil relacionar su encantadora presencia en la vida real con ese personaje tan inquietante creado por García-Montero. Seguro tendrá buena acogida en cada cine adonde llegue.
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C. Llosa, K. Mundruczó y A. Sissako en charla con los Talents.
En los breaks del Talent Campus
Amigo 1, de Turquía:
Me habla de N.B. Ceylan. Me habla del cine turco. Ahora tienen una película en competencia, en la Sección Oficial. El año pasado ya ganaron un premio también. ¿Cómo hacen?
“Es el gobierno el que ha decidido hace unos años impulsar el apoyo a los jóvenes cineastas. Ahora ya es normal que se escuche hablar del cine turco. Además, todos nos conocemos, yo estoy en el Talent pero soy el asistente de montaje de la película en competencia. Y así, nos rotamos muchas veces. Y también aparece gente nueva, desde luego.”
Amigo 2, de Filipinas:
“¿Has visto lo que están haciendo en los festivales de cine en Asia? Es la locura. Mucho dinero para juntar a los jóvenes cineastas con tutores. He tenido de tutores a Brillante Mendoza y a Raya Martin. Pero, quiero decir, tutores, amigos, eso de estar varios días hablando de cine, bebiendo cerveza, conociendo lo que pensaban. Es lo mejor que puede pasarte. A ese festival le están metiendo mucho apoyo por todos lados y estoy seguro que ya es el más importante de Asia.”
Amigo 3, de Costa Rica:
“El cine costarricense se está construyendo. No tiene ahora una presencia importante, pero poco a poco empiezan a aparecer nuevos nombres. Además, hace poco han creado la escuela de cine y eso ayudará mucho a que los jóvenes puedan ver y discutir películas. El proyecto tiene que verse a largo plazo. De aquí a una década podríamos estar hablando de un cineasta realmente importante nacido en Costa Rica.”
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El del DAAD y el del Óscar.
Ando completamente perdido. Estoy en una de esas recepciones, uno de esos cocteles de embajadas a las que me han invitado por error, estoy seguro. Sonrío, cojo un bocadillo, sonrío, cojo alguna copa, y esperar 10 minutos a que se acabe el bocadillo y la copa. Por el contrario, la cara de extraviado no se acaba.
De pronto me sorprendo: hace varios minutos un grupo de jóvenes hablan en español cerca de mí. ¿Qué hacer? En fin, me acerco y digo lo que la etiqueta indica que se diga en esos casos: “Perdonen, ¿ustedes no conocen una imprenta aquí en Berlín? Es que debo imprimir unos posters de un cortometraje y no sé dónde puedo hacerlo”. Muy amablemente, y perdonando mi inelegante intromisión, uno de ellos se acerca y me saluda: “Soy Sergio”. Luego me da una dirección en una servilleta y, advirtiendo mi calidad de paria, me conversa amablemente sobre el festival. Me presenta a su amigo, un tipo amabilísimo. Quedo agradecido con ambos, les cuento que el corto está en competencia y que me gustaría invitarlos a él. Y ya, nos despedimos.
Cuatro días después, tenemos un desayuno con personas del DAAD, que es esta fundación que te paga todo para que vivas cómodamente en Berlín por tres meses mientras desarrollas tu proyecto. Vargas Llosa, Tarkovski y Arvo Pärt son algunos de los nombres que han pasado por ahí en su momento.
A mitad de desayuno nos presentan a las personas de la institución y también a alguien que había sido becado por ellos: el amabilísimo amigo. A su lado, Sergio. Resulta que Sergio escribió el guión de un cortometraje que había sido nominado al Óscar. Hablo de nuevo con ellos, ahora con mayor confianza y entusiasmo. Luego seguimos conversando por las calles de Berlín. Son dos personas excepcionales, de alta inteligencia y un humor agudísimo. Los invité a ver el corto. Sé que entraron, pero no los vi a la salida. Quizás huyeron para evitar comentarios perversos sobre el corto. De todas maneras, me tomaré la confianza de, a partir de hoy, llamarlos mis amigos, el del DAAD y el del Óscar.
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La calma.
La primera proyección de La Calma fue dolorosa. Justo antes habían proyectado Planet Z, un trabajo impecable de Momoko, una japonesa que vive en París. Es un corto técnicamente exquisito, y viene con la firma de Canal +. A continuación proyectan La calma y, al haber sido hecho en vídeo, la poca resolución del corto me ha torturado en varios momentos. La pasé mal, realmente, y al salir a hablar frente al público tuve que frenarme para no colapsar.
La segunda proyección resultó mucho mejor. No me sentía tan mal y hasta pude ver algunas caras de los asistentes. El público parecía verdaderamente interesado, o al menos son muy diplomáticos, sin duda. Queda una proyección más y esa ocasión la usaré para ver solamente a los espectadores. Y luego de eso, todo estará terminado y podré volver a pensar en Madrid, en retomar la vida habitual y en construir el siguiente proyecto. Todo esto será un bonito sueño y una grata experiencia para entonces.
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