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Al terminar el último Festival de Cannes, Jean-Michel Frodon escribía que, a pesar del triunfo de Apichatpong, el 2010 iba a ser recordado por ser el año de Carlos, la película de Olivier Assayas:
"esta historia jadeante que transcurre a través de casi veinte años en una quincena de países, mentiene de manera permanente una extraordinaria claridad... Consigue ofrecer un extraño gran film de acción realizado en Europa después de... eh... mucho tiempo."
Carlos es, sin duda, una película espectacular, mundial. La emoción que tuve al verla fue semejante (aunque por distintos motivos) a la que me invadió cuando vi Historias Extraordinarias, de Mariano Llinás, hace un par de años. Son pocas las veces en que el lenguaje cinematográfico se propone abarcar el género humano en toda su complejidad como punto de partida y llegada. Y más pocas las veces que lo logra.
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Sin embargo, el 2010 fue el año de Apichatpong Weeresethakul.
Han pasado algunos años desde que me encontré con Blissfully yours, la delicada película del tailandés que de inmediato Z copió en un DVD y la llevó a unas galerías semi clandestinas para su distribución (Polvos Azules, se llama el lugar, templo sagrado de la piratería más exquisita) mientras yo la repartía entre profesores y críticos que luego se harían especialistas y defensores del cineasta.
El 2010, Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives ganó la Palma de Oro... y está bien. Dios vio que era bueno (Boyero, no tanto), pero sí estoy seguro que ese triunfo en Cannes fue un premio más por su filmografía que por esta última película.
Uncle Boonmee... tiene escenas bellísimas y poderosas, como aquella donde la princesa se encuentra con el pez gato tras un desencuentro con su siervo: En pocos minutos se desarrolla el misterio de la pasión en esa pequeña laguna: inseguridad, desengaño, cortejo, deseo, vacío. O como la escena en que se juntan todos a cenar, vivos y muertos. O esa donde todos van de exploración al corazón de las cavernas.
Estoy seguro que si Dante hubiera sido personaje de Apichatpong, lo veríamos descender a los infiernos quieto, curioso y en silencio, rascándose la espalda, reflexionando en mutismo para luego romper el ambiente con un abrazo doloroso e íntimo.
Bellísima película Uncle Boonmee... pero la sencillez de Blissfully Yours aún está presente en mí, después de muchos años, y es lo que me lleva a asegurar (o así prefiero pensar) que el reconocimiento en Cannes fue por esa pequeña gran filmografía que Api tiene a sus 41 años.
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Este 2010 fue el año donde menos películas he visto, donde casi no he pisado el cine, donde no me ha interesado descargar nada de internet. En contraparte, he disfrutado cada asistencia a las salas, cada proyección en el salón de mi casa, cada agazapo en la pantalla de mi laptop.
Y así he entrado al cine también, agazapado, por accidente, sin planificarlo. Y me encontré con esa fabulosa película que es Canino, de Yorgos Lanthimos, punzante, agresiva, aguda (lo mejor que vi este año en las salas). Y me divertí como cerdo viendo Inception, de Cristopher Nolan (apenas salí del cine, me olvidé rápidamente del film, pero da igual). Entré con miedo a ver Exit through the gift shop, de Banksy. Salí encantado, divertido y, sobre todo, con ganas de discutir el tema. Hace tiempo que no me pasaba eso con un documental: salir a discutirlo.
Recordaré Baarìa (Tornatore) porque fue la oportunidad de conocer en persona a Ángela Molina, de darle un beso enorme y decirle lo mucho que siempre la he apreciado. Recordaré Avatar (Cameron) por las gafas 3D tan Terminator que nos dieron a la entrada del cine. Y siempre recordaré Shutter Island (Scorsese) por la cantidad de fallos de raccord que encontramos L y yo en los primeros 10 minutos de la película. Ya luego no dijimos nada, y estuvo bien.
Me alegró el regreso de Kiarostami, pero más el de Polanski con esa imperdible película que es El escritor. Y prefiero al tipo soltero (Un hombre soltero, Ford) que al tipo serio (Un tipo serio, los Coen). The social network está bastante bien, pero la poesía urbana de Fish Tank supera todo.
Donde sí hay un empate es en los dos pósters/carteles que me enamoraron en la puerta del cine: el de Copia Certificada (Kiarostami) y el de An Education (Scherfig).
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Recordaré el 2010 como el año en que vi más gente haciendo cola en un museo que en un cine, para ver una película. La extensa cola para ver Uncle Boonmee... (Museo Reina Sofía) fue delirante. El circuito cultural en Madrid, evidentemente, no tiene punto de comparación al de cualquier capital sudamericana.
Y no lo digo con despecho (ni menos con orgullo). Simplemente es así. Por eso una tarde cualquiera entras a la Filmoteca a ver el díptico de José Luis Guerín En la ciudad de Sylvie y Unas fotos en la ciudad de Sylvie y descubres que está el buen Guerín presentando las películas e incluso luego se queda una hora más respondiendo dudas del público. Sin quitarse la boina, claro.
Las asiáticas del año: The man with no name (Wang Bing), Ciudad de vida y muerte (Lu Chuan) y Poetry (Lee Chang-Dong).
Además, el 2010 ha sido el año donde la prensa española ha calificado como "la película más asquerosa de la historia" a dos películas distintas, en dos momentos distintos: The human centipede (Tom Six) y A serbian Film (Srdjan Spasojevic). Incluso censuraron la segunda, como ya habían censurado antes Saw VI. Naturalmente, esto le hizo una promoción enorme al film y todos aquí -me incluyo- la descargamos y vimos que no era para tanto, por favor.
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Hice siete cortometrajes durante el 2010. Unos de producción minúscula, con la camarita más pequeña que encontré. Otros con equipos de veinte personas o más, con actores profesionales y en 16mm. Sonará cliché, pero de todas las personas que se cruzaron en mi camino aprendí algo (casi siempre, mucho). El cine no es una actividad solitaria. Incluso, es más dependiente de los otros cuando menos gente participa.
Ha sido el año en que mi mejor amigo de Perú se adentró en la selva, cumpliendo una extraña aventura herzogiana, y grabó el momento exacto en que la lluvia irrumpía ese universo verdoso y virgen, implacablemente. Eso y más me contaba él a su regreso, por msn, muy emocionado.
Ha sido el año en que mi mejor amigo de España olvidó su manía por planificar cualquier grabación y (sorprendiéndonos a todos) escribió, produjo y grabó un cortometraje, todo en 42 horas. El resultado: su corto ha recibido casi 18 mil visitas en youtube. Desde entonces, él viene planificando su siguiente corto.
Ha sido el año en que participé en mi primer rodaje de largometraje, con unos rusos, en una isla de habla catalán, y sin traductor para ni uno ni otro bando. Aún así, todo salió mejor de lo esperado y las enseñanzas fueron incalculables. La compañía de las rusas fue, además, una revelación para mí. Casi todas odiaban a Tarkovsky, pero eso ya no importa mucho: Ahora tengo casa para el mundial de Rusia 2018.
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El 2010 terminó con buenas noticias: Tuve ánimos y fortaleza para reactivar este blog (abandonado por casi año y miedo) y al poco tiempo me convocaron como jurado de un festival de cine francés. ¡Ojalá pasara eso siempre!
Y, finalmente, en la última semana, recibí una carta que me invitaba como Talent Campus a la Berlinale 2011. Creo que pocas veces he tenido un fin de año tan agradable.
Y eso que a inicios del 2010 no me hice el baño de flores...
Ahora, sin embargo, lo del Talent Campus ya ha sido "descartado", en parte. Es decir, seguiré teniendo acceso a las charlas y a las clases que darán en el campus... pero oficialmente ya no soy un "Talent". Suena a mala noticia, pero es todo lo contrario. ¿El motivo? Se sabrá en unos días.
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En el 2010 pasé el verano en un pueblecito de Italia y ahí empecé a planear mi primera película. Una parte quiero hacerla en aquel pueblo. Tengo muchos planes para ello... Ojalá que todo pueda salir.
Es por ello que este año tampoco me he hecho el baño de flores.
Fernando Vílchez Rodríguez
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